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En la frontera chileno-peruana, se ha suscitado un gravísimo problema migratorio, con no menos de dos centenares de ciudadanos venezolanos, que huyendo de la dificilísima situación del país llanero, salieron de él y llegaron a Chile, para lo cual tuvieron que recorrer territorio venezolano, colombiano, ecuatoriano y peruano, sorteando infinidad de peripecias y dificultades.
Bueno pues, con arrogante petulancia, el presidente Boric del país del sur, ha puesto a dichos venezolanos, más algunos haitianos y de otros países, en la frontera con Perú, para que el Perú los acoja.
Haciendo un paréntesis debemos advertir que, si de Venezuela salieron millones de personas hacia otros rumbos, no fue porque en ése país estuvieran como en el Paraíso, sino que escapan del autoritarismo impuesto por Hugo Chávez y seguido por Nicolás Maduro, la falta de oportunidades, las persecuciones políticas, la falta de respeto a los Derechos Humanos y diversas otras situaciones. Lo mismo sucedió en Cuba y hoy se repite en Nicaragua. Ojalá nuestros compatriotas lo tengan claro para evitar errores.
Desde siempre han existido evasiones de lugares en que no se respeta a los seres humanos y en tiempos contemporáneos podemos recordar a Irak, Irán, Afganistán, Mogadicio y tantos otros, lo que ha obligado a las organizaciones multilaterales a buscar soluciones para los migrantes, celebrándose acuerdos internacionales para ayudar a los desplazados y refugiados.
El Presidente Boric ha recurrido al facilismo, que es patear de taquito el problema al Perú, pero la solución no es responsabilidad plena del Perú sino de Chile, pues los migrantes venezolanos a los que nos referimos están en territorio chileno y lo que ha hecho el Perú es impedir que crucen ilegalmente la frontera.
Como en nuestro hemisferio hay más de seis millones de venezolanos que huyeron de su país, de ellos por lo menos hay un millón y medio en el Perú, también en menor cantidad en Colombia, Ecuador, Chile y otros países, lo que hace que el problema no sea entre Venezuela y cada uno de dichos países, sino que se convierta en tema internacional, para lo cual nuestra Diplomacia hasta ahora silente debería recurrir a los organismos pertinentes de las Naciones Unidad y de la OEA.
En el caso concreto que nos ocupa, la responsabilidad peruana es menor, pues los dejó pasar del Ecuador al Perú y de aquí pasaron a Chile, pero la intención chilena de expulsar colectivamente a los mencionados migrantes, colisiona con el inciso 9 del artículo 22 de la “Convención Americana de Derechos Humanos que prohíbe “… la expulsión colectiva de extranjeros”, debiendo agregar que si Venezuela se niega a admitir a sus nacionales estaría transgrediendo el artículo 13 de la “Declaración Universal de Derechos Humanos” que preceptúa que “Toda persona tiene derecho de salir de cualquier país, incluso del propio y regresar a su país”.
Como podemos advertir el problema trasunta lo bilateral o trilateral, para convertirse en un grave problema colectivo, lo que debe llevar a nuestros países a activar los procedimientos internacionales, sin olvidar la solidaridad entre los pueblos.