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En tiempos pasados, cuando las relaciones humanas eran más formales y menos liberales, se decía con razón que el varón avanza hasta donde la dama lo permite.
Eso mismo podríamos decir de Evo Morales y sus seguidores bolivianos, que avanzaron en su prédica y acciones en el Perú, por una simple razón y es porque los dejaron avanzar.
No hubo ningún freno, tampoco barrera, ni menos aún anuncio preventivo que les dijera hasta acá nomás, si ustedes se exceden simplemente se van y no regresan.
Si bien nuestra Constitución reconoce el derecho de los peruanos a entrar y salir del territorio nacional, no es menos cierto que ello está limitado a quienes tienen la nacionalidad peruana, pero de ningún modo a los que no la tienen, sea que ingresen o salgan como residentes, como turistas, como inversores o con cualquier otro título habilitante.
Hay reglas migratorias que norman la residencia permanente y la temporal, también autorizaciones de ingreso para estudios e inversiones y, del mismo modo en ingresos para turismo. Según los tratados existentes, se puede o no requerir de visa.
En el caso de los ciudadanos cuyos Estados a que pertenecen, constituyen la “Comunidad Andina”, pueden ingresar y salir del territorio de los otros países, sin necesidad de pasaporte ni visa, simplemente con su documento nacional de identidad.
La facilidad antes mencionada, no les da a los nacionales de la Comunidad Andina a hacer lo que les da su gana en otros países que no sea el propio. Hay reglas de comportamiento que tienen que cumplirse.
Por lo señalado Evo Morales, como Boliviano, no debió entrar al Perú y salir de él, como si fuese su chacra haciendo lo que le da la gana, pero lo más grave con un discurso disociador que afecta al Perú y a nuestros compatriotas, en que prácticamente con otros de sus seguidores, incita a la violencia, pero peor aún, a que la zona sur peruana se segregue de nuestro territorio nacional y se integre a lo que llaman RUNASUR, o sea la unión de los territorios nacionales en que tienen mayoría los de la etnia aimara. Esto constituye delito y no se debe permitir.
A nuestra casa solo ingresan los que viven en ella y los que son invitados, pero no puede ingresar cualquiera porque simplemente le da la gana.
Penosamente a nuestro territorio patrio ingresa cualquiera para hacer lo que quiere, lo que no es admisible. Una cosa es hacer turismo y otra muy diferente venir a inducir a la violencia y a cercenar el suelo patrio.
Bienvenidos los extranjeros, siempre que cumplan con nuestras reglas, pero si Evo y sus socios no las cumplen, en buena hora que las autoridades peruanas dejaron de ser complacientes, se pusieron los pantalones e impedirán el ingreso de quienes tienen comportamiento erráticos que dañan a nuestro querido Perú.