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Ante los diversos entrampamientos y adversos resultados, para acordar la reducción del término para el que fue elegido el actual Congreso, al igual que el que corresponde a la presidenta de la República para completar el período de Pedro Castillo, así como para la elección de sus reemplazantes, la lógica pregunta es ¿y ahora que hacer?
Antes del desastre que se avizora por el errado manejo del tema, la pregunta oportuna debió ser ¿cómo lo hacemos? Y la respuesta tendría que haber sido la lógica, esto es concertando entre las bancadas parlamentarias para ponerse de acuerdo, fuera de las formalidades y de los reflectores. Recién una vez decidido lo que se quiere, se diseñarán los mecanismos y preceptos legales para llevar los acuerdos a buen puerto.
Penosamente, se incurrió una vez más en el defecto de “tomar al rábano por las hojas”, con los resultados que hemos visto. Ello debería llevarnos a retomar el tema, pero previamente pensándolo bien, que es como corresponde y sin sorpresivas propuestas como las que viéramos.
En el Poder Ejecutivo, quien al final decide es quien ejerce la Presidencia de la República y, los ministros que disienten tienen las puertas abiertas para irse, sea por renuncia o sea por darse por concluida su designación.
En el Parlamento la cosa es diferente, pues se trata de un Poder colegiado, en que en teoría todos los congresistas son iguales, pero quien decide es el voto y para lograrlo hay que conversar, debatir y concertar. En el Ejecutivo gana las elecciones uno solo, pero en el Parlamento son 130 con diferentes orígenes, tanto por bancada como por circunscripción territorial. Haciendo un símil con la propiedad inmobiliaria, en el Ejecutivo se trata de un solo “dueño”, mientras en el Legislativo estamos frente a un “condominio”, en que si los condóminos no se ponen de acuerdo, pues nada funciona.
En el caso concreto del adelanto de elecciones, principistamente soy de opinión que los plazos deberían cumplirse, aunque por la primacía de la realidad, si el adelanto solucionase la crisis política, social y económica en que estamos inmersos, pues adelante.
En las tratativas para reencausar el tema, tendría que haber acuerdo respecto a si se va a elegir nueva plancha presidencial o si la elección es para ella en simultáneo con el Congreso. También habría que determinarse si la elección sería para concluir el período quinquenal actual o para iniciar uno nuevo.
Puestos de acuerdo en lo sustancial y de tenerse los votos para ello, tendría que estudiarse las formalidades para hacerlo, como serían entre otros aspectos las modificaciones constitucionales, permanentes o transitorias, las modificaciones en la legislación electoral para que los calendarios concuerden con los propósitos y, cualquier otro tema que resulte relevante.
Lo conveniente sería que, además de lograrse el consenso parlamentario, se converse con el Ejecutivo para estar en la misma línea y no se vayan a producir observaciones a las normas aprobadas, con lo cual se evitarían muchos sinsabores.
No es fácil ponerse de acuerdo, pero hay que intentarlo e insisto, sin reflectores que son pésimos acompañantes.