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En graves crisis nacionales, hay que planificar y afrontar, de un lado el llamado frente interno y, del otro el externo.
En el interno las instituciones de la República deben funcionar de acuerdo a lo previsto en la Constitución y las leyes y, tiene que primar el mantenimiento del orden público o su recuperación, de ser el caso, respetándose los Derechos Humanos y tratando que si hay costo social, lo sea en menor grado.
El enfrentar la conflictividad no significa cruzarse de brazos y rogar a todos los Santos que la situación se arregle sola, cuando bien sabemos que la inacción es el no hacer, el dejar pasar y ello muestra debilidad y cuando se es débil, quienes generan los conflictos se aprovechan y escalan en medidas de violencia.
El frente externo también es importante, pues en un mundo globalizado como en el que vivimos, las noticias y comunicaciones son en tiempo real y lo que se observa a través de la prensa es que el Perú está caótico, en crisis social y política, con connotaciones económicas.
Si la visión internacional que mencionamos sigue calando, cuanto más tiempo pase será más difícil de corregir y ella seguirá influyendo en el comportamiento interno. Por lo señalado es importantísimo que se atienda el frente externo para que se sepa que el Perú está sometido a u n ataque comunista, en que se quiere revivir el terror y que de no hacerse lo adecuado podremos llegar a la anarquía, con elevado costo en vidas humanas, integridad personal y, con destrucción de bienes públicos y privados que tendrán que repararse a alto costo.
Como sabemos las relaciones internacionales competen a la presidencia de la República, que en la práctica y por la normatividad existente, su brazo ejecutor es el Ministerio de Relaciones Exteriores, también llamado Cancillería, que por muchísimos años ha tenido un prestigio envidiable, considerándose a “Torre Tagle” una de las cancillerías más respetables.
Pues bien, ésa misma Cancillería parecería que viene perdiendo sus reflejos y ello es grave, pues ante la tremebunda situación en que nos encontramos, no vemos acción diplomática suficiente y, si la hubiere no hay resultados positivos.
Me explico, la prensa en diversas latitudes viene informando de la violencia en el Perú, pero sin dar cuenta de la verdad de los hechos, de la instigación comunista y de los profetas del desastre. Ante ello solo hemos visto que nuestras embajadas ante el Reino Unido y España, y algunas otras pocas, han hecho las aclaraciones pertinentes.
Por lo indicado, es indispensable que la Cancillería emita las disposiciones correspondientes, para que exista una respuesta común y efectiva, además de las convocatorias que se haga a la prensa extranjera en la capital de la República. No bastan cartas, se necesitan también gestiones.
Llama la atención que hasta ahora no se nombre nuevo representante permanente ante la OEA, cuando ella viene tratando el caso peruano y hasta el Sistema Interamericano de Derechos Humanos se está inmiscuyendo con visión distorsionada.
Por último, bien podría nombrarse una comisión de embajadores extraordinarios, con personas de altísimo nivel, que viajen al exterior a explicar a los otros Estados la real situación peruana. Se hizo en la guerra con Ecuador, con excelentes resultados.