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Recientemente el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, ha dado a conocer al país, que en las acciones y operaciones ejecutadas por el Ejército en el Valle de los Ríos Apurimac, Ene y Mantaro (VRAEM), específicamente en la zona de Vizcatán, han sido abatidos algunos miembros de los grupos terroristas que habitan en ésa zona desde hacen muchos años y que incluso se pudo detener a algunos otros, aunque con bajas en las fuerzas del orden.
Las unidades operativas de las Fuerzas Armadas en el VRAEM, no están para que simplemente exista en dicha amplia zona presencia del Estado, sino para que se cumpla con la tarea principal del Ejército, Marina y Aviación, en colaboración con la Policía Nacional en comando unificado, para cautelar nuestra soberanía, mantener el orden público y restablecerlo cuando fuese menester.
El VRAEM, aparentemente es el foco en que permanecen remanentes terroristas que tanto daño han causado y siguen causando al país y peor aun cuando tienen una alianza férrea con el narcotráfico, al cual en una primera etapa daban protección en calidad de mercenarios retribuidos económicamente, para luego en una segunda etapa estar asociados en el nefasto narcotráfico, para terminar en algunas zonas sustituyendo a los narcotraficantes, lo cual es la tercera etapa.
Visto lo anterior, nuestras Fuerzas Armadas en cooperación con la Policía Nacional, están obligadas a restablecer el orden en el VRAEM y a terminar con los focos terroristas, pero al mismo tiempo hacer la interdicción al narcotráfico para lo cual se dieron los dispositivos legales que autorizan expresamente tal intervención armada, que debe ser complementada con el derribo de las naves que se encargan de transportar la dañina droga, para lo cual también se aprobó la correspondiente normatividad legal, que penosamente ha quedado en el papel ya que no se convierte en realidad.
Hay quienes critican que en el accionar de las Fuerzas Armadas y Policiales combinadas en el VRAEM, se han producido bajas y heridos en las filas de nuestros valientes soldados y policías, a lo que habría que responder que cuando se realizan acciones de interdicción militar-policial, siempre hay la posibilidad de bajas de ambos lados, al igual que heridos y lesionados.
De lo que hay que preocuparse es de cuando no hay noticias de operativos desde el lado de las fuerzas del orden, lo que significa que no hay acciones y que el terrorismo y el narcotráfico siguen avanzando ante la sola presencia “formal” de las Fuerzas Armadas y Policiales, pero que estarían casi silentes en la práctica.
Es evidente que previo al accionar de las fuerzas del orden, se requiere de información de inteligencia respecto de las ubicaciones de los emplazamientos terroristas y de las rutas de acopio de la coca y luego del transporte de la pasta básica de cocaína y de la propia cocaína para su comercialización.
Simultáneamente tiene que hacer DEVIDA su papel, a fin de lograr la sustitución de la coca por otros cultivos que sean rentables para los campesinos de la zona y con los subsidios para que dejen la producción de coca. La tarea no es fácil, pero no se debe estar cruzados de brazos, pues cuando sucede los enemigos avanzan e incluso con capacidad de soborno.