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El ex presidente, Pedro Castillo Terrones, desde cuando era candidato a dicho cargo, repetía y repetía como estribillo “NO MÁS POBRES EN UN PAÍS RICO”.
El aludido enunciado suena bien, como dicen algunos publicistas, es pegajoso, incluso induce a creer que el gobierno, siéndolo de un país rico, se ocupará de que no existan pobres o, por lo menos, que su número se reduzca significativamente.
La frase a la que nos referimos, por asociación de ideas, nos recuerda a otra, atribuida a don Antonio Raimondi, que reza: “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”.
Sin embargo, muchos estimamos que la verdad es otra, pues un país es rico, no solo porque tenga inmensidad de recursos naturales, sino que ellos estén adecuadamente explotados, que la explotación genere puestos de trabajo y elevación de nivel de vida y, por supuesto, que contribuya a través de los impuestos al sostenimiento del Estado para que este cumpla a cabalidad con sus funciones.
En el Perú tenemos abundante recurso ictiológico, pero ello no basta, hay que pescarlo con prudencia y evitando que el mismo sea depredado. También tenemos importantes bosques, pero tiene que haber un manejo forestal técnico, que impida la tala ilegal que los agote. Igualmente tenemos hidrocarburos, pero siendo muy costosa su extracción, se requiere del concurso de la actividad privada responsable. Igual sucede con la minería, en que tenemos la cordillera de los Andes que cruza el país de norte a sur, con tres ramales llenos de mineral metálico y no metálico, que de nada ello nos sirve si es que no se le extrae para su procesamiento y comercialización, empero se le pone innumerables trabas y se deja que algunas comunidades impidan las operaciones mineras.
Con el agro sucede algo similar, pues gracias a los incentivos que se dieron, ello propició la agroindustria de exportación, con magníficos resultados, pero que sin embargo irresponsablemente se derogaron, con los resultados que se verán más adelante.
Como vemos, no basta tener los recursos, ellos tienen que ser explotados y el resultado lógicamente será la reducción de la pobreza y la elevación de los niveles de vida de la población, como ello ha quedado demostrado en las últimas tres décadas, siendo una de las razones de tal resultado, las regulaciones que garantizan las inversiones contenidas en la Constitución de 1993, ésa misma que sin causa lógica se quiere sustituir.
Adicionalmente a los ingentes recursos naturales del Perú, por lo general el clima y los microclimas son benignos, facilitando las tareas de los humanos para la explotación de aquellos.
Si queremos que no haya pobres, en lo que creo todos coincidimos, tenemos que facilitar las inversiones que demandan puestos de trabajo y ellos bienestar. El Estado tiene que hacer su tarea destrabando las inversiones y dando educación y salud pública de excelencia, que hará posible la igualdad de oportunidades, pero dejando al esfuerzo individual alcanzar las metas deseables.