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Como ya lo he manifestado en artículo anterior, y lo reitero, la señora Boluarte, como presidenta de la República, me impresionó favorablemente al nombrar un Consejo de Ministros bastante adecuado y hacer por lo general declaraciones sensatas a la prensa, además de tomar decisiones oportunas y como se dice “agarrar al rábano” por donde corresponde, haciendo la salvedad que lo de rábano no es en alusión a su inclinación política.
La sorpresa fue realmente inmensa pues ella formó parte de una plancha presidencial que fue promovida por Vladimir Cerrón, que al no poder postular cedió el sitio al inefable Pedro Castillo que tanto daño ha hecho al país y cuyas consecuencias lamentablemente no han terminado ni tampoco aun se pueden evaluar. A ello se agrega que su gestión en los varios gabinetes que tuvo Pedro Castillo, no se podría calificar de exitosa y, como decíamos en el colegio, pasó con las justas y sin pena ni gloria.
Bueno pues, el reconocimiento positivo de sus acciones y dichos hasta ahora, no me pueden impedir que exprese mi insatisfacción y crítica, cuando ella lo amerita y por ello, al escuchar sus declaraciones en reciente viaje al Cuzco, sosteniendo que el gobierno de Manuel Merino de Lama fue originado en un golpe de Estado, no puedo quedarme callado pues es una apreciación absolutamente falsa y como dicen algunos letrados que les gusta en demasía la figuración: “falsa de toda falsedad”.
En los últimos cinco años hemos tenido varios cambios presidenciales, legales si, aunque no usuales. El primero fue la ascensión a la presidencia por Martin Vizcarra, ello ante la renuncia del presidente Kuczynski, lo que le correspondía por ser su primer vicepresidente, en línea sucesoria determinada por la Constitución.
El segundo fue la asunción de la presidencia por Manuel Merino, ya que, al no existir otro vicepresidente en ejercicio, a él como presidente del Congreso le tocaba sustituir al vacado Vizcarra, cuya vacancia fue decidida por 105 parlamentarios que votaron a favor. Recordemos además, que el Congreso que vacó a Vizcarra es el que fue elegido cuando este último disolvió ilegítimamente al anterior Congreso e hizo elegir uno nuevo, por lo general, de su simpatía.
El tercer cambio ocurrió ante la renuncia formulada por Manuel Merino y su gabinete, a fin de evitar más derramamiento de sangre y enfrentamiento entre peruanos, promovido por muchos quienes hoy se arrepienten de su errada posición, incluyendo por cierto a sus compañeros de partido que le quitaron su apoyo. Francisco Sagasti se hizo elegir presidente del Congreso, pese a representar a una bancada de minoría parlamentaria, pasando de inmediato a asumir la presidencia de la República en válida sucesión constitucional.
El cuarto cambio, en realidad fue el único usual, pues hubo elecciones generales en las que por lo menos oficialmente ganó Pedro Castillo, quien luego de cerca de año y medio de desgobierno y podredumbre, por decir lo menos, fue vacado por el Parlamento al disponer por si y ante si la disolución del Congreso, la reorganización del Poder Judicial, Ministerio Público y diversas otras instituciones públicas. Nadie le hizo el menor caso y las Fuerzas Armadas y Policía Nacional decidieron no ser cómplices del despropósito y actuar con arreglo a ley.
El quinto cambio fue el de Pedro Castillo por Dina Boluarte. Al ser esta la vice presidenta del anterior nombrado, le correspondió asumir la presidencia en línea sucesoral absolutamente ajustada a la Constitución.
Como puede advertir la señora Boluarte, si fuese ilegítima la asunción presidencial de Manuel Merino, todas las otras, salvo la de Castillo, también lo serían y, ello no es el caso pues todas siguieron los preceptos y trámites constitucionales e impecablemente la línea sucesoria.
Si la asunción de Merino no fue legítima, tampoco lo sería la suya señora Boluarte, por lo que me permito sugerir, tenga más cuidado al hacer sus apreciaciones.