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Tratando de emular la frase “SE HACE CAMINO AL ANDAR”, que es la continuación de “Caminante no hay camino” de Antonio Machado, podríamos decir que se hace fortuna al trabajar.
Se preguntarán con razón ¿a que viene ello?, pues muy sencillo, es la respuesta a quienes siguen en la tarea de enfrentar pobres contra ricos, provincianos contra limeños, serranos contra costeños y así podríamos seguir relatando las confrontaciones que siembran irresponsablemente quienes crean el odio en nuestra patria.
Hasta el autogolpe de Pedro Castillo Terrones, quieren justificarlo en el hecho que fue un provinciano que llegó al poder y no lo dejaron gobernar, con olvido que hemos tenido diversos provincianos que llegaron a ser presidentes de la República y lo hicieron bien. También insistiendo en una existente colisión entre autóctonos peruanos y herederos de inmigrantes, como si don Pedro se apellidara Tupac, Capac, Yupanqui o similares. Pues no, sus dos apellidos son castizos hasta la médula.
Hablan también de las familias ricas, favorecidas por la fortuna, como si sus capitales les hubiesen llovido del cielo. La verdad que muchísimos de los integrantes de tales familias, han llegado a situaciones de gran bonanza por su esfuerzo, trabajo y preparación.
Vamos a ejemplos, para no se crea que divagamos. La familia Romero Seminario y Onrubia, son descendientes de migrantes españoles, que trabajaron la tierra de Piura con ahínco y, poco a poco incursionaron en banca, seguros, industrias y servicios.
La fortuna de los hermanos Brescia Cafferata tuvo sus inicios en la agricultura y los réditos de la urbanización de sus tierras fueron excelentemente reinvertidos, estando hoy día con inversiones en finanzas, industrias, pesca, minería y también seguros que las nuevas generaciones las siguen acrecentando.
En los últimos lustros, Carlos Rodríguez Pastor Persivale, está con importante presencia en banca, financiera, aseguradora, inmobiliaria, centros comerciales, farmacia y tantas otras. Pero muchos no saben que su abuelo fue excelente abogado, profesor por décadas de Derecho Romano, que su hijo Carlos Rodríguez Pastor Mendoza, en simultáneo con la enseñanza del Derecho y ejercicio de su profesión, se especializó en temas financieros gestionando interesantes proyectos.
La familia Añaños, oriunda de Ayacucho se dedicó a la fabricación de aguas gaseosas y su laboriosidad sin limitar horarios de trabajo fue ampliando sus actividades y, las gaseosas y marcas que creó, son fabricadas en diversos países.
Luis Banchero Rossi, también descendiente de migrantes, comenzó con pesca artesanal en Tacna y se convirtió en el empresario pesquero más grande del mundo e hizo que nuestro país fuera el primer exportador de harina de pescado. Su deceso hasta ahora no es claro, pero su ejemplo de trabajo y empuje debe ser imitado.
Aquilino Flores y sus hermanos, nacidos en Huancavelica de vendedores de ropa, hoy tienen una de las cadenas más grandes de tiendas minoristas y son de los mayores confeccionistas del Perú.
Máximo San Román, del Cuzco, gran emprendedor y sus productos Nova para la confección gastronómica, se exportan al mundo.
Los hermanos Guizado Portillo, también provincianos, de dependientes en una tienda de La Victoria, son los empresarios más grandes del emporio de Gamarra, con inversiones inmobiliarias e incluso hoteleras.
Cuantas familias de origen árabe y libanés llegaron al Perú sin un centavo, pero con gran esfuerzo y dedicación se dedicaron a la actividad textil y de confecciones, haciendo que los textiles y prendas de vestir peruanas, sean cotizadas en el mundo.
Como podemos advertir, si se trabaja con gran dedicación, se puede ser exitoso. Semanas atrás en el aniversario de CONACO pude ser testigo de emprendedores capitalinos y provincianos, que fueron pequeños pero alcanzaron sitiales preponderantes por su sacrificada actividad, sea en la industria, el comercio o los servicios.
El Perú es país de oportunidades y se puede hacer fortuna al trabajar con denuedo y honestamente, en paz y sin violencia.